Pirineus

Marcas turísticas

Las cumbres del Canigó, Els Encantats, La Pica d'Estats o El Puigmal son algunas de las más emblemáticas de los Pirineos catalanes, el sistema montañoso más importante de Catalunya. Más de 300 kilómetros de cordillera que parten de la Val d'Aran y se hunden en el mar Mediterráneo en el cabo de Creus, formando valles de personalidades muy diferenciadas, que son el germen de las actuales comarcas.

Es, sin duda, un territorio natural para disfrutar del paisaje, los vestigios históricos de los orígenes de Catalunya y todo tipo de actividades al aire libre, como el alpinismo, los deportes de aventura y el esquí.



Estaciones de esquí, románico del valle de Boí, cumbres pirenaicas.

Disfrutar de la naturaleza en espacios protegidos como el Parc Natural de l’Alt Pirineu.
  • Comarca: Alt Urgell, Alta Ribagorça, Berguedà, Cerdanya, Garrotxa, Pallars Jussà, Pallars Sobirà, Ripollès, Solsonès, Val d'Aran
  • Provincia: Girona, Lleida
  • Municipio: Abella de la Conca, Alàs i Cerc, Alins, Alp, Alt Àneu, Argelaguer, Arsèguel, Avià, Bagà, Baix Pallars, Bassella, Bellver de Cerdanya, Berga, Besalú, Beuda, Bolvir, Borredà, Cabó, Campdevànol, Campelles, Camprodon, Capolat, Casserres, Castell de l'Areny, Castell de Mur, Castellar de la Ribera, Castellar de n'Hug, Castellar del Riu, Castellfollit de la Roca, Cava, Cercs, Clariana de Cardener, Coll de Nargó, Coma i la Pedra, Conca de Dalt, Das, El Pont de Suert, Espot, Espunyola, Espunyola, l', Estamariu, Esterri d'Àneu, Esterri de Cardós, Farrera, Fígols, Fígols i Alinyà, Fontanals de Cerdanya, Gavet de la Conca, Ger, Gironella, Gisclareny, Gombrèn, Gósol, Guardiola de Berguedà, Guils de Cerdanya, Guingueta d'Àneu, la, Guixers, Isona i Conca Dellà, Isòvol, Josa i Tuixén, La Pobla de Segur, La Torre de Capdella, La Vall de Bianya, Lladorre, Lladurs, Llanars, Llavorsí, Lles de Cerdanya, Llimiana, Llívia, Llobera, Llosses, Maià de Montcal, Meranges, Mieres, Molló, Molsosa, Montagut i Oix, Montclar, Montellà i Martinet, Montferrer i Castellbò, Montmajor, Navès, Nou de Berguedà, Nou de Berguedà, la, Odèn, Ogassa, Oliana, Olius, Olot, Olvan, Organyà, Pardines, Peramola, Pinell de Solsonès, Pinós, Planes d'Hostoles, Planoles, Pobla de Lillet, Pont de Bar, Prats i Sansor, Preses, Prullans, Puigcerdà, Puig-reig, Quar, Quar, la, Queralbs, Rialp, Ribera d'Urgellet, Ribes de Freser, Riner, Ripoll, Riu de Cerdanya, Riudaura, Sagàs, Salàs de Pallars, Saldes, Sales de Llierca, Sant Aniol de Finestres, Sant Esteve de la Sarga, Sant Feliu de Pallerols, Sant Ferriol, Sant Jaume de Frontanyà, Sant Jaume de Llierca, Sant Joan de les Abadesses, Sant Joan les Fonts, Sant Julià de Cerdanyola, Sant Llorenç de Morunys, Sant Pau de Segúries, Santa Maria de Merlès, Santa Pau, Sarroca de Bellera, Senterada, Setcases, Seu d'Urgell, la, Solsona, Soriguera, Sort, Talarn, Tírvia, Tortellà, Toses, Tremp, Urús, Vall de Boí, la, Vall de Cardós, Vall d'en Bas, Vallcebre, Vallfogona de Ripollès, Valls d'Aguilar, Valls de Valira, Vansa i Fórnols, Vilada, Vilaller, Vilallonga de Ter, Viver i Serrateix
  • Extensión: 7065
  • Habitantes: 340578
  • Entidad promotora: Oficina de Promoció Turística de la Diputació de Barcelona
  • Web: http://www.visitpirineus.com

Situación geográfica

Las once comarcas que conforman la marca turística Pirineos se sitúan en una franja de 300 kilómetros que se extiende de este a oeste, en el extremo septentrional de Catalunya.

Clima

El amplio territorio de los Pirineus comprende diferencias climáticas importantes, básicamente en función de la altura sobre el nivel de mar. Así pues, se pueden distinguir zonas con un clima mediterráneo con tendencia continental, otros con un clima mediterráneo de media o alta montaña e incluso zonas con clima alpino o subalpino.

Las comarcas de transición o de media montaña Solsonès, Alt Urgell, Berguedà, Alt Empordà, Garrotxa, Ripollès o Pallars Jussà presentan los climas que más se acercan al resto de Catalunya. Se trata de un clima mediterráneo con características propias, como una pluviosidad más elevada sobre todo en la parte más oriental de la región, donde se superan medias anuales de mil milímetros o temperaturas sensiblemente más bajas, con inviernos más fríos y veranos más suaves.

En este punto, cabe destacar las particularidades de algunas zonas concretas del territorio, como el valle de la Cerdanya y la Conca de Tremp. Ambos lugares presentan un fenómeno acusado de inversión térmica, que provoca persistentes nieblas invernales. Además, en la Cerdanya las temperaturas varían en función de la orientación, diferenciándose bastante la parte más soleada (norte) y la parte más oscura (sur) del valle.

A medida que el altímetro gana metros, la climatología se vuelve más extrema, especialmente a partir de los 1.600 metros (clima subalpino) y de los 2.300 metros (clima alpino). Los inviernos son más rigurosos, los veranos son cortos y moderados, y las precipitaciones son más abundantes y en forma de nieve en muchos casos. El clima alpino proporciona temperaturas medias mensuales de entre -5ºC y -10ºC, y puede llegar a mínimas absolutas de -20ºC.

Actividades económicas

La economía actual de los Pirineus tiene diversos motores, según la zona concreta del territorio. Así, la ganadería, la industria, el turismo e incluso la energía son actividades relevantes en uno u otro lugar de la región. Tradicionalmente, la economía de los Pirineus ha estado marcada por el aislamiento histórico provocado por la complejidad del relieve y la dureza de la climatología, factores que condujeron a una intensa actividad de autoabastecimiento localizada en el sector primario.

Hoy en día, las actividades agropecuarias están fundamentalmente orientadas hacia la ganadería. Así, buena parte de los campos pirenaicos se dedican a pastos o al cultivo de forrajes, con escasas explotaciones cerealistas en las zonas bajas del Berguedà o del Pallars Jussà, y algún otro cultivo de importancia más local (como el maíz en la Garrotxa). La ganadería más extendida es la de bovinos, tanto para la producción de leche como de carne, aunque también tiene importancia el sector ovino en la montaña y el sector porcino en las zonas más bajas. Además, en los Pirineus todavía tiene una gran relevancia la tradicional explotación de las grandes masas forestales que forman buena parte de su paisaje.

Precisamente el alimentario y el de la madera son dos de los sectores importantes dentro de la industria pirenaica. De hecho, la industriaclización no ha pasado de largo de los Pirineus y ha enraizado con fuerza en determinadas comarcas, especialmente en el Berguedà, la Garrotxa y el Solsonès. Como en el conjunto de Catalunya, el sector textil es el que tiene más peso en la región, seguido por el metalúrgico. La minería, por su parte, ha perdido la trascendencia que tuvo antaño y sólo mantiene cierta importancia con la extracción de lignitos del Berguedà, destinados completamente a alimentar la central térmica de Cercs, que proporciona una enorme potencia energética. Mucha más que las numerosas centrales hidroeléctricas que aprovechan la abundancia de agua y la fuerza de las corrientes pirenaicas.

El sector servicios, por su parte, se ha desarrollado especialmente gracias a la industrialización de los años 1960 y sobre todo al crecimiento turístico experimentado a partir de 1980. Hoy en día, ciudades como Olot, Puigcerdà, Berga o La Seu d’Urgell son importantes centros comerciales y de servicios para la región pirenaica.

Además, el turismo rural y de montaña se ha desarrollado con fuerza en varios lugares concretos. Destaca el turismo invernal alrededor de las nueve estaciones de esquí alpino existentes. También brillan con luz propia destinos con un atractivo patrimonio como el valle de Boí (Patrimonio de la Humanidad por sus iglesias románicas) o el valle de Núria (con su emblemático santuario).

Historia

Los vestigios más antiguos de asentamientos en los Pirineus se remontan al neolítico, ya que el paleolítico ha dejado escasos restos concentrados sólo en los valles del Ter, el Fluvià y de Llierca. Los megalitos ya son presentes por casi todas las comarcas, evidenciando una población homogénea en aquella época prehistórica.

La iberización no fue tan profunda en los Pirineus como en el resto de Catalunya, dado el aislamiento geográfico de estas tierras montañosas e inaccesibles. En cualquier caso, el territorio estaba repartido entre varias tribus, como los ceretanos, bergistanos, ilergetes, castelanos o lacetanos, que crearon poblados que posteriormente evolucionarían en algunas de las poblaciones importantes del futuro. Del mismo modo, la influencia romana fue escasa en la mayor parte de los Pirineus. Se comienza a tener noticia de la preponderancia de villas como Besalú, Castellciutat (al lado de La Seu d’Urgell), Llívia, Solsona, Berga y especialmente Isona.

Visigóticos y árabes tampoco fueron capaces de dejar huella en esta región, que supo mantener sus raíces vasconas hasta bien entrado el primer milenio de nuestra era. De hecho, la vertebración del territorio se inicia en el siglo VIII, cuando el sector más oriental se libró a los francos para pasar a formar parte de la Marca Hispánica contra el avance musulmán.

En los Pirineus nacieron los primeros condados catalanes: Girona (que incluía la Garrotxa, que en siglo X se constituiría como condado de Besalú), Pallars i Ribagorça, Cerdanya y Urgell. Estos condados sufrieron numerosas vicisitudes durante toda la época feudal, con ampliaciones y reducciones de sus dominios, así como cambios de titularidades y alianzas. La evolución más compleja correspondió a las tierras más occidentales: la Ribagorça y el Pallars se separaron en dos condados en 920; en 1011, el condado de Pallars se subdividió en los condados de Pallars Sobirà y Pallars Jussà, que pasarían a la corona, respectivamente en 1488 y 1192. En cualquier caso, los condados tuvieron un papel fundamental en la repoblación de las tierras de la Catalunya Nueva, conquistada a los sarracenos. Una repoblación con un protagonismo especial para monasterios como los de Santa Maria de Ripoll o Sant Joan de les Abadesses.

En el siglo XIII, la aparición de las veguerías provocó un nuevo reordenamiento geográfico, con el mantenimiento de algunos vizcondados poseídos por familias poderosas, como el vizcondado de Cardona (parte del Solsonès) o el de Castellbò (Alt Urgell). Además de las acciones contra los sarracenos, los Pirineus, como el resto del país, tuvo que hacer frente a epidemias, terremotos y conflictos bélicos como las cruzadas contra los cátaros (siglo XII) y contra Pedro el Grande (1283-85) o más adelante las invasiones del conde de Armagnac (siglo XIV) y del conde de Foix (1396).

La primera guerra que afectó todo el territorio fue la guerra Civil de la Generalitat contra Juan II (1460-72), con la mayor parte del país a favor del bando catalán, con algunas excepciones en la figura de Francesc de Verntallat en Besalú, los vizcondes de Cardona o los de Castellbò. Esta división provocó muchos enfrentamientos y la destrucción de numerosas villas importantes como Berga, Bagà o Tremp entre otras. Durante el siglo siguiente, el Pirineo recibió los ataques de los hugonotes (1579-92), un fenómeno que se simultaneó con el bandolerismo, que había vivido sus primeros episodios con las acciones de Matxicot en el valle de Àger y que posteriormente protagonizarían personajes emblemáticos como Perot Rocaguinarda.

La guerra dels Segadors (1640-52) fue especialmente virulenta en los Pirineus, dada la proximidad de la frontera francesa, de donde provenían las tropas en auxilio a la corona. La invasión francesa fue poderosa y dejó tras de sí la devastación, así como el movimiento guerrillero conocido como los miquelets, todavía activo durante unos cuantos años. Otra grave consecuencia de ese conflicto fue el Tratado de los Pirineos (1659), que otorgó la mayor parte del territorio de la Cerdanya —hasta entonces catalán— a Francia.

Las invasiones y ocupaciones francesas en la zona pirenaica se sucedieron constantemente a lo largo de los siglos XVII y XVIII, a partir de motivaciones diversas como la guerra de Sucesión (1704-14) o la guerra del Rosellón (1793-95), o incluso sin justificación alguna como la invasión del Alt Urgell por parte de las tropas del Duque de Noailles (1691). Estos conflictos culminaron con la guerra del Francés (1808-14), que provocó nuevas ocupaciones de los ejércitos napoleónicos y multitud de víctimas y destrucción.

Aquel fue un mal inicio para un siglo convulso, que acabaría con una etapa de relativa prosperidad. Las luchas civiles, la ocupación de Puigcerdà por los Cien Mil Hijos de San Luis (1823) y las guerras carlinas no dieron tregua a una población pirenaica que veía cómo la industrialización pasaba de largo de sus comarcas, con escasas excepciones en Olot, Ripoll o Berga. Los avances tecnológicos y las comunicaciones también tardaron en llegar, sobre todo en las zonas más aisladas del Pallars y la Alta Ribagorça, donde lo harían ya entrado el siglo XX de la mano de las compañías hidroeléctricas y los pantanos.

La Guerra Civil de 1936-39 acabó de hundir la precaria economía de los Pirineus, que a lo largo del siglo XX vio cómo las olas migratorias hacia las ciudades despoblaban valles enteros. La tendencia no llegó a revertirse hasta finales de siglo, con el nacimiento del turismo de montaña, que ha conseguido frenar la pérdida de habitantes.

Qué ver

Dejando al margen la Val d'Aran, que ostenta una marca turística propia, los Pirineos catalanes abarcan once comarcas. La más occidental es la de la Alta Ribagorça, con capital en El Pont de Suert. De visita obligada es el conjunto de arquitectura románica del valle de Boí, declarado Patrimonio de la Humanidad. Incluye obras maestras como las iglesias de Santa Maria y Sant Climent de Taüll.

El Pallars Jussà es zona de transición hacia la Catalunya central. Recorre desde el Alt Pirineu al norte, con valles glaciales como la Vall Fosca, hasta la sierra del Montsec, al sur. La ciudad más importante es Tremp, y es destacable el abanico de patrimonio que conserva: los castillos de Mur y de Llordà, la basílica de Santa Maria de Valldeflors o la plaza de la Creu de Tremp.

El Alt Urgell ocupa la cuenca alta del río Segre desde su nacimiento, en la Cerdanya. La mitad de la población se concentra en la capital, La Seu de Urgell, que destaca por el conjunto arquitectónico formado por la catedral de Santa Maria, el claustro y la iglesia de Sant Miquel.

Los Pirineos pierden gran parte de su perfil de alta montaña al llegar a La Garrotxa. En la capital, Olot, se alza la iglesia neoclásica de Sant Esteve y ejemplos de edificios modernistas, como la Casa Solà-Morales. Otros lugares destacados son el conjunto medieval de Besalú, la pared basáltica de Castellfollit de la Roca, el románico de Beuda o la Vall d'en Bas.

Qué hacer

La orografía de alta montaña y zonas de lagos la convierte en ideal para la práctica de deportes de aventura, como el alpinismo, el esquí, las excursiones en bicicleta de montaña, el parapente, el barranquismo, el piragüismo o el rafting. El único parque nacional de Catalunya, el Parc Nacional d'Aigüestortes i l'Estany de Sant Maurici, se extiende entre la Alta Ribagorça y el Pallars Sobirà.

La comarca del Pallars Sobirà alberga la Pica d'Estats, el techo de Catalunya, con 3.143 metros. El río Noguera Pallaresa es el eje que vertebra la comarca, y sigue siendo hoy uno de los motores económicos del territorio, ya que permite practicar todo tipo de deportes en aguas bravas. Otros puntos de interés natural son los valles: Vall Farrera, Vall d'Àneu, Vall d'Àssua y Vall de Cardós.

En La Seu se pueden practicar también deportes de aguas bravas en el moderno Parc Olímpic del Segre. Del entorno natural destaca el parque natural que comparte con la Cerdanya y el Berguedà, el del Cadí-Moixeró, de paisajes alpinos.

Las cumbres de la Tosa y el Puigmal se alzan sobre la Cerdanya. Destaca el contraste entre las áreas subalpinas de montaña y el valle, de clima mediterráneo montañoso mucho más temperado. Al margen de disciplinas deportivas de montaña habituales (esquí, bicicleta de montaña, alpinismo, pesca), también se practica el hockey sobre hielo. En la capital, Puigcerdà, se erige el antiguo convento de Sant Domènec.

Entre los recursos naturales del Berguedà, se encuentra el Parc del Cadí-Moixeró, que se despliega en gran parte dentro de sus límites, además del macizo prepirenaico del Pedraforca, las Fonts del Llobregat en Castellar de n'Hug o el embalse de La Baells (deportes náuticos). La festividad del Corpus de Berga, La Patum, ha sido distinguida como Patrimonio Inmaterial de la Humanidad.

Muy cerca de Olot, la capital de La Garrotxa, se pueden encontrar gran diversidad de parajes de interés, como el Parc Natural de la Zona Volcànica de la Garrotxa (donde se pueden observar los famosos volcanes Croscat, Montsacopa o Montolivet) o la Fageda d'en Jordà.

Alrededores

Val d’Aran, Terres de Lleida, Catalunya Central, Costa Brava.
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