La mejor manera de conocer la comarca es hacer un recorrido por algunos de sus pueblos más bonitos, ya sea por su patrimonio arquitectónico o por su entorno natural.
En la ribera del torrente de Burg, y recortado contra la montaña, a 1.280 metros de altitud, se encuentra el pequeño pueblo de
Burg, que pertenece al municipio de Farrera. Las casas, con los típicos tejados de pizarra de la zona, están escalonadas sobre la ladera de la montaña y, por encima de ellas, predomina la silueta del
iglesia de Sant Bartomeu con su alargado y esbelto campanario. Vale la pena recorrer la pista que lleva a las bordas, unas antiguas construcciones de piedra que se utilizaban como refugio de animales y pastores en la alta montaña.
Alins es uno de los municipios de Catalunya con más tradición excursionista y montañera, ya que tiene el pico más alto del país: la Pica d'Estats, de 3.143 metros de altura. Además de muchos otros picos que rozan los 3.000 metros, y que se encuentran entre los más altos de los Pirineos, tiene varios lagos y refugios. Entre el patrimonio arquitectónico cabe destacar la iglesia prerrománica de Sant Feliu, la ermita de Sant Quirze de Alins o la de Sant Francesc de Arós, que es la más antigua de la comarca.
El precioso pueblo de Tavascan invita a pasear por sus calles, en las que se conserva el trazado y muchos vestigios de su origen medieval, y además cuenta con el aliciente de poseer una central hidroeléctrica subterránea que se puede visitar. Se trata de una compleja obra de ingeniería que aprovecha la fuerza del agua de los ríos de alta montaña para convertirla en electricidad. Para pasar un buen rato se puede pescar alguna trucha en la piscifactoría abierta al público que hay en el pueblo.
Uno de los parajes más bellos y accesibles de esta zona es la ribera del río Noguera Pallaresa a su paso por Esterri d'Àneu. El paseo cuenta con zonas de descanso, columpios y abundantes bancos donde sentarse a contemplar el paisaje y ver el río pasar. En el casco urbano se puede visitar una espectacular cruz renacentista de casi 5 metros de altura construida en 1623 por los franceses. Otra visita recomendable es el Ecomuseu de les Valls d'Àneu, un espacio dedicado a difundir de forma activa las tradiciones del Pallars Sobirà.
En la antigua escuela de Llessui, ya en desuso, se ha instalado el Ecomuseu dels Pastors del Vall d'Àssua, un centro de divulgación sobre esta figura tradicional de los pueblos de montaña. La historia de Llessui está intrínsecamente ligada a la ganadería. De sus ovejas no solo se obtiene carne de primera calidad, sino también todo tipo de derivados de la leche. En el Ecomuseu dels Pastors enseñan de forma práctica y participativa las tareas principales del pastor y el papel de su inseparable perro.
La ciudad de Rialp se originó alrededor de un castillo medieval situado en alto junto al margen derecho del río Noguera Pallaresa. Actualmente solo quedan algunas paredes de la fortificación, pero vale la pena subir porque, desde este punto, se tienen unas magníficas vistas sobre el valle de Àssua. Y de camino al castillo vale la pena pasear por las bonitas calles del pueblo, entre las que destaca el porticado de la calle del Mig. También merece la pena el paseo por el camino de la Canerilla, en el que además de disfrutar de las vistas sobre el valle se puede parar a hacer un pícnic.
Tornafort se jacta de ser el pueblo con más horas de sol de la comarca, y cuando se contempla su privilegiada situación, a 1.300 metros de altura en el lado norte de la sierra de Baen, se comprende. Se trata de un pequeño núcleo urbano en el que actualmente viven unos cuarenta habitantes y que conserva todavía el trazado tradicional de sus calles. Dada su ubicación, es un excelente mirador sobre la zona y un buen punto de partida para adentrarse en las montañas y los bosques de los alrededores.
Como su nombre indica, Gerri de la Sal es una población íntimamente ligada a uno de los elementos más apreciados por el hombre a lo largo de la historia: la sal. Durante mucho tiempo, la sal ha sido la principal fuente de ingresos del pueblo, y aún en la actualidad se pueden visitar las salinas, la fuente de agua salada y la alfolí o almacén de la sal. No se conoce muy bien cuál es el origen geológico de la fuente de sal, conocida como mina Ofita. Se trata de una fuente situada a 620 metros de altura sobre el nivel del mar. En la visita se explica cómo se dirige el agua salada desde la fuente hasta las salinas y como se elabora al llegar allí. Vale también la pena visitar el monasterio románico de Santa Maria de Gerri, que cuenta con una iglesia fundada probablemente por los visigodos y más tarde destruida por los sarracenos. La estructura que se conserva es del siglo XII y en ella, dada su espectacular belleza, se siguen celebrando ceremonias y conciertos.