Todas las épocas prehistóricas han dejado una serie importante de vestigios que demuestran una población continuada de las tierras de Paisajes de Barcelona. El paleolítico registra importantes yacimientos en zonas montañosas y de riscos próximas a los ríos, como los Cingles de Bertí, las terrazas del río Congost, el valle de Sau, el Abric Romaní (Capelllades) o la orilla del río Anoia en Sant Jaume Sesoliveres. Cabe reseñar también los asentamientos de las Coves del Toll (Moià), que van desde los 100.000 años de antigüedad hasta la Edad del Bronce.
El neolítico comportó el asentamiento de pueblos en algunas zonas más bajas, como la Plana de Vic o el Pla de Bages. Además, los megalitos abundan en varios emplazamientos, como las tierras altas del Bages.
Las tribus ibéricas de los layetanos, los lacetanos y los ausetanos se repartieron este territorio durante la época de influencia de los colonizadores fenicios y griegos, a partir del siglo VI a. C. Mientras que los romanos dejaron vestigios relevantes como el Pont Vell de Manresa o el sepulcro de la Torre del Breny, así como varias vías y templos. Algunas ciudades ya eran importantes por entonces, como Vic, cuyo templo romano debió ser el origen de la posterior diócesis cristiana que tuvo esa ciudad como sede desde el siglo V.
La dominación musulmana tuvo, en general, poca incidencia en la Catalunya Central. Este territorio hizo de frontera entre los francos y los sarracenos, con una población bastante escasa. Durante el siglo IX, Guifré el Pilós reorganizó la zona e inició la repoblación, después de las revueltas populares que marcaron los anteriores intentos francos. En el siglo X se constituyó el condado de Osona y en el siglo XI el condado de Manresa, que integraría al anterior además de la Anoia, Segarra y Urgell el siglo siguiente. Los monasterios fueron importantes también en la repoblación de aquella época.
La repoblación cristiana se considera culminada con la creación de las veguerías para estructurar el territorio de los condados. En la zona se constituyeron las veguerías de Manresa y de Osona; un caso a parte es la Anoia, que quedó repartida entre las veguerías de Vilafranca y Cervera. Además, cabe destacar la existencia del vizcondado de Cardona, que extendió su control sobre parte del Bages y la Anoia durante nueve siglos. Los conflictos entre la villa de Igualada (propiedad de la casa de Barcelona) y los Cardona se alargaron siglo tras siglo.
El crecimiento económico del siglo XIII, basado en la agricultura, tuvo un fuerte frenazo en el siglo XIV, a causa de las epidemias. Las guerras Remensas del siglo XV, una rebelión de los campesinos contra los abusos de los señores feudales, fueron generalizadas en los Paisajes de Barcelona. Este conflicto se solapó con la guerra Civil de la Generalitat contra Juan II, en una época muy convulsa que comportó la destrucción de buena parte de Igualada por parte de las tropas realistas, capitaneadas por el conde de Cardona.
El bandolerismo del siglo siguiente tuvo también gran trascendencia en los caminos y bosques de los Paisajes de Barcelona, dificultando el comercio en los mercados más importantes. Personajes como Rocaguinarda, Serrallonga, Trucafort, Tocason y muchos otros se hicieron célebres gracias a sus golpes. A pesar de todo, el progreso económico y el crecimiento demográfico no se frenó hasta la guerra dels Segadors (1640-52), que fue muy intensa. En 1651 las tropas castellanas perdieron el territorio de estas comarcas.
En seguida, los conflictos con los franceses mantuvieron el clima de conflicto, a pesar de que el progreso económico empezaba a tomar las formas embrionarias de la industrialización. El siglo XVIII, superada la guerra de Sucesión, significó una época de crecimiento importante en el campo, de la mano de la expansión de la viña. Además, la industria textil empezaba a tomar un relevo preponderante, que culminaría en el siglo siguiente.
El siglo XIX empezó con la guerra del Francés y continuó con la intensa industrialización del Paisaje de Barcelona, con las colonias textiles como principal emblema. El progreso no se frenó a pesar de las acciones guerrilleras de las guerras carlinas. Al menos hasta las últimas décadas del siglo, cuando la filoxera acabó con el cultivo de la viña y creó muchas dificultades al campesinado, mientras nacían nuevos sectores industriales como el metal y el alimentario.
La conflictividad social fue en aumento con la entrada en el siglo XX, culminando con la Guerra Civil de 1936-39, que afectó profundamente toda Catalunya y frenó en seco la industrialización. Hambruna, muertes, exilio y una intensa represión franquista protagonizaron la posguerra. Hasta los años de la década de 1960 no llegaría la recuperación industrial, de la mano de una enorme ola inmigratoria del sur de España que cambió completamente la fisonomía de los Paisajes de Barcelona en general. Una desordenada urbanización hizo brotar de la nada barrios de enormes edificios en un amplio cinturón industrial alrededor de la ciudad de Barcelona. La instauración de la democracia a partir de 1977 ha ido devolviendo poco a poco el orden al territorio.
Entre 2014 y 2015, se creó el Moianès, una comarca formada por municipios hasta entonces de El Bages (L'Estany, Santa Maria d'Oló, Moià, Calders i Monistrol de Calders), de El Vallès Oriental (Granera, Castellterçol, Sant Quirze Sagaja i Castellcir) i de Osona (Collsuspina), pero no quedó legalmente constituida hasta el 1 de mayo de 2015.