Cuando en 1778 Carlos III autorizó el libre comercio con América, muchos jóvenes de la comarca decidieron probar fortuna en el nuevo continente. Los que tuvieron éxito volvieron al cabo de unos años convertidos en prósperos hombres de negocios, conocidos como los indianos. Construyeron impresionantes residencias en las que se conjugaba el estilo modernista con motivos evocadores del Caribe. De la misma época son las grandes mansiones que la burguesía barcelonesa edificó como segundas residencias.
El Casino de Masnou es un edificio emblemático, obra del arquitecto modernista Bonaventura Bassegoda. Se construyó a principios del siglo XX por encargo del indiano Pere-Guerau Maristany, que se dedicaba al comercio de vinos en ultramar. Es uno de los pocos edificios de la época que se puede visitar por dentro.
En Mataró se puede admirar Can Fonrodona, construida en 1863 por el arquitecto de esta ciudad Jeroni Boada como encargo de Jaume Fonrodona, uno de los prósperos emigrantes que volvieron de América con ganas de invertir su riqueza en una bella y ostentosa mansión. Los balcones de la planta noble están adornados con forja y toda la fachada está decorada con arcos y delicadas serigrafías que recuerdan la arquitectura árabe.
También en Mataró se puede ver la casa Coll i Regàs, una impresionante obra de Puig i Cadafalch construida en 1836 por encargo del industrial del sector textil Joaquim Coll i Regàs. La fachada recoge todos los elementos del Modernismo más recargado y prolijo: combinación extrema de materiales como la forja, la cerámica y la piedra; retorcidas columnas decorativas, arcos y esculturas, y una combinación de colores extremadamente contrastada.
Villa Flora, en Canet de Mar, es una mansión que perteneció a la familia de Josep Busquets, un industrial que había hecho fortuna en Cuba. La encargó a principios del siglo XX al arquitecto Eduard Ferrés. Es de estilo modernista y tiene una fachada profusamente decorada. Su elemento más característico es el singular balcón de forja. El jardín que la rodea, conocido como el Pla de les Fonts, fue testigo de innumerables fiestas de la alta burguesía catalana del momento.
Una de las casas más curiosas de la época es la Casa Marimon (conocida como Can Lari), en Vilassar de Mar. Su dueño, un empresario de astilleros en la Barceloneta, la hizo construir en 1918 imitando una edificación de San Francisco que le había deslumbrado en sus viajes por América. El rasgo arquitectónico más significativo es la enorme galería cubierta y pintada en alegres colores, efecto que resulta muy exótico en comparación con la arquitectura local.
En Sant Iscle de Vallalta se puede admirar Ca l'Oller, impresionante mansión de finales del siglo XVIII, aislada y rodeada por un gran jardín. Ca l'Arnau, en Malgrat de Mar, fue construida en 1914 por el arquitecto Joan Amigó por encargo de Joan Arnau Majoral. A diferencia de la mayoría de casas modernistas de la época, esta presenta una gran simplicidad. Combina las líneas curvas de los balcones y del porche de la entrada con ventanas rectangulares y estrechas, con lo que se consigue un efecto de ligereza muy especial.
El Hospital Xifré, en Arenys de Mar, se edificó entre 1944 y 1948 por iniciativa de José Xifré y Casas, un indiano que provenía de una familia de armadores que había hecho fortuna en América. En la capilla del hospital está el panteón donde fue enterrado, obra del escultor francés Charles A. Gumery.