Durante la Edad Media, Besalú fue un ejemplo de convivencia entre distintos pueblos como el cristiano y el judío. El barrio judío de la ciudad está muy bien conservado. Se puede visitar la sinagoga, el Miqvé y el Portal de los Judíos. La sinagoga se construyó el 4 de octubre de 1264, cuando Jaume I el Conquistador dio permiso a la comunidad judía de la ciudad para edificar un templo en el que reunirse y rezar. Bajo la sinagoga se encontró el Miqvé, una cámara única en su género en Europa, destinada a facilitar los baños purificadores que la religión hebrea obliga a tomar en ciertas ocasiones de la vida como tras dar a luz, antes del 'sabbat' o durante el Yom Kipur. También se conserva muy bien el Portal de los Judíos, que era la vía de salida del barrio judío.
El monasterio benedictino de Sant Pere, también en Besalú, era un importante centro de peregrinaje durante la Edad Media. Fue fundado en el año 977 por el conde-obispo Miró y en él se conservan las reliquias de San Primo y San Feliciano.
Como todo centro importante de peregrinaje, Besalú contaba con todas las infraestructuras precisas para hacerse cargo de las necesidades de los peregrinos. El hospital de Sant Julià se construyó con este fin en el siglo XII y formaba parte del monasterio de Sant Pere. Aunque el interior ha sido reconstruido, conserva la fachada románica original, en la que destaca un portal profusamente decorado.
Otro importante edificio es el de la Curia real, un palacio presidido por una sala gótica con bellos arcos ojivales en la que se conservan fragmentos de la muralla recuperados en las diversas excavaciones que se han llevado a cabo en la ciudad. Pero, sin duda, la imagen más característica de Besalú es la de su puente. Se trata de un puente fortificado de 105 metros de longitud y formado por siete arcos, que se construyó entre los siglos XI y XII, aunque ha sufrido diversas reformas a lo largo de los siglos. Era el punto de entrada a la ciudad fortificada.
Al sur de la comarca se encuentra el importante conjunto medieval de Santa Pau, que también formaba parte del condado de Besalú. Está formado por un castillo construido entre los siglos XIII y XIV, una iglesia gótica de una sola nave y una plaza porticada en la que se celebraba el mercado.
La arquitectura civil medieval está bien representada en la Casa Juvinyà, en Sant Joan de les Fonts, una edificación señorial del siglo XII formada por una torre de planta cuadrada y una sala.
Otra de las estampas más conocidas de la Garrotxa es la del pueblo de Castellfollit de la Roca, situado sobre un impresionante risco basáltico de más de cincuenta metros de altura. La imagen de la iglesia y de las casas colgando sobre el precipicio es sobrecogedora y las vistas que se tienen desde el pueblo sobre los valles del río Fluvià y del Toronell son magníficas. El núcleo antiguo del pueblo tiene la típica estructura de villa medieval, formada por calles estrechas y pequeñas plazoletas.
En la zona de la Alta Garrotxa hay numerosas iglesias de estilo románico como la de Sant Joan de Balbs, la de Santa Bàrbara de Pruneres o la de Santa Eulàlia de Beguda, pero sobre todas ellas destaca la de Sant Cristófol, en Beget, en la que se conservan varios tesoros artísticos como la pila bautismal y la preciosa majestad.
En Olot vale la pena visitar el claustro del Carme, una enorme edificación de dos pisos de estilo renacentista, y las casas modernistas del centro de la ciudad, entre las que destacan las de los arquitectos Alfred Paluzie, Josep Azemar y Lluís Domènech i Muntaner.
En los tres museos públicos de la ciudad (el Museu Comarcal, el Museu dels Volcans y el Museu dels Sants) se muestra el patrimonio cultural y natural de la comarca.