Arrecifes de coral, barcos sumergidos, peces, crustáceos. Todo esto y mucho más se puede ver y vivir con la inmersión. La mayor parte del planeta está formada por agua de mar, y sus profundidades esconden parajes y sorpresas que vale la pena conocer de primera mano.Para iniciarse en este deporte, lo mejor es sumergirse en piscinas o aguas poco profundas. Después, las posibilidades se multiplicarán a medida que se progresa en conocimientos y técnicas. Hay que tener presente que el mar es un medio salvaje y, por tanto, imprevisible. Ser un experto y conocerlo bien no libera de la obligación de cumplir todas las exigencias de seguridad y de abortar la inmersión si existe cualquier riesgo.Actualmente, este deporte se practica en todo el mundo en la modalidad de apnea o con botellas de aire comprimido. Pero, además de un deporte, la inmersión es imprescindible para la investigación de los fondos marinos y de la biodiversidad que atesoran.El traje, la máscara, el tubo, las aletas y las botellas son los elementos esenciales, pero hay otros que pueden ser muy útiles, dependiendo del lugar en el que se realiza la inmersión. Así, actualmente, y gracias a la tecnología (GPS, cámaras de vídeo, ordenadores, etcétera), se pueden realizar modalidades como la inmersión nocturna, acceder a grutas o el buceo bajo el hielo.La técnica y, además, saber controlar el tiempo y el consumo, disponer de una embarcación de apoyo y controlar el ritmo respiratorio en todo momento son aspectos que hay que tener en cuenta. Una buena manera de no olvidarse es acudir a una empresa especializada. Un ejemplo es Manatee Diving, ubicada en el puerto de Mataró (Barcelona), en la que imparten cursos de inmersión durante todo el año. Otra es Sa Caleta Diving Center (en Lloret de Mar, Girona) donde se realizan bautizos y cursos de especialización para todas las edades.