Su elaboración se inició a principios del siglo XX, a raíz de la plaga de la filoxera, que obligó a muchos payeses a cambiar su actividad. Algunos de ellos fundaron en 1915 la Cooperativa Agrícola Cadí, que en la actualidad sigue funcionando y que produce 170 toneladas anuales.Dado el tiempo de curación de un mes como máximo, posee una textura cremosa y tierna, con agujeros pequeños, un aroma dulce y penetrante, y un sabor suave, de regusto salino. En cuanto al color, el interior es blanquecino, con una tonalidad de color marfil, y está recubierto de una corteza natural amarronada.Este queso se puede comer como entrante, y es especialmente bueno acompañado de frutos secos, fruta fresca o vinos de corta crianza. Se puede encontrar en establecimientos especializados de toda Cataluña. También se puede probar, por ejemplo, en la Fira de Sant Ermengol de La Seu d'Urgell, que se celebra a mediados de octubre e incluye una muestra de quesos artesanales de los Pirineos.