Aquí encontrarás algunos de los pueblos más bonitos de Girona que, una vez los descubres, difícilmente olvidarás. Peratallada: un viaje al pasado Comenzar con Peratallada es empezar con uno de los pueblos medievales mejor conservados de Cataluña. Pasear por sus calles es como viajar directamente al pasado, con murallas de piedra, calles empedradas y edificios que parecen estar tal como eran hace siglos. Su nombre, que significa “piedra tallada”, tiene todo el sentido cuando ves cómo las casas y las murallas se fusionan con la roca sobre la que está construido. El corazón del pueblo es la Plaça de les Voltes, una plaza con soportales donde encontrarás restaurantes y cafés con mucho encanto. Si visitas Peratallada en primavera o principios de otoño, el ambiente es más tranquilo y puedes disfrutar cada detalle sin prisas. Y para los amantes de la gastronomía, aquí hay muchos restaurantes que ofrecen cocina catalana tradicional que merece la pena probar. Besalú: el puente medieval y el barrio judío Si hablamos de pueblos con carácter, Besalú es otro imprescindible. La imagen más famosa de este pueblo es, sin duda, su puente medieval, que parece sacado de una película épica. Pero el verdadero encanto de Besalú se encuentra en los detalles: el Call Jueu, uno de los barrios judíos mejor conservados de España, donde todavía se pueden visitar antiguas sinagogas y micvehs, o las pequeñas tiendas de artesanía que dan vida a las calles. Besalú tiene una personalidad fuerte, con una historia que se respira en cada esquina. Además, durante el verano se organizan festivales y mercados medievales que llenan el pueblo de vida y color. Es un lugar ideal para una escapada cultural y tranquila, especialmente para quienes disfrutan descubriendo la historia que se esconde tras las calles antiguas. Cadaqués: inspiración y mar Mediterráneo En la Costa Brava, Cadaqués es conocido por ser uno de los pueblos más bonitos de la costa y por haber cautivado a Salvador Dalí, quien vivió aquí y creó una parte importante de su obra. Este pueblo, con sus casas blancas y calles empinadas que descienden hacia el mar, tiene un encanto especial. La Casa-Museo Salvador Dalí, en Portlligat, es una visita imprescindible para entender mejor el mundo surrealista del artista. Cadaqués tiene ese toque bohemio que se percibe en los pequeños cafés, las galerías de arte y las tiendas de cerámica y decoración. Si lo visitas en otoño, encontrarás menos gente y podrás perderte por sus calles tranquilamente. La playa de Cadaqués, con su agua cristalina y las pequeñas barcas de pescadores, es perfecta para relajarse después de una mañana de exploración. Pals: historia y vistas al Empordà Pals es uno de esos pueblos que, con solo poner un pie en él, ya te transmite una sensación de calma y belleza. Situado en una colina, Pals conserva un núcleo medieval perfectamente restaurado con torres, murallas y casas de piedra. Al subir al Mirador Josep Pla, tendrás unas vistas impresionantes de los campos de arroz del Empordà, que cambian de color con las estaciones. Este pueblo también es conocido por su arroz, que se cultiva en la zona y es protagonista de muchos platos de la cocina local. Si tienes la oportunidad, prueba una paella o un arroz a la cazuela en alguno de los restaurantes del pueblo: es una manera deliciosa de completar la visita. Tossa de Mar: entre murallas y playas de ensueño Tossa de Mar es una combinación única de historia y naturaleza. La Vila Vella, o núcleo antiguo, es la única villa medieval fortificada que se conserva en la costa catalana. Pasear por las murallas y disfrutar de las vistas al mar desde el Castell de Tossa es una experiencia inolvidable. Esta parte del pueblo te transporta a otra época, con calles empedradas y pequeñas tiendas de recuerdos y artesanía. Tossa está situada dentro del espacio natural del macizo de las Cadiretes, un entorno perfecto para explorar a pie o en bicicleta de montaña, donde conviven flora mediterránea y atlántica. Sus playas, con aguas transparentes y rodeadas de acantilados y vegetación, son perfectas para pasar una tarde de relajación o explorando con snorkel. Si puedes, aprovecha para recorrer un tramo del Camí de Ronda, que ofrece vistas espectaculares de la Costa Brava y te lleva a calas menos conocidas y menos frecuentadas. Camprodon: naturaleza y encanto pirenaico Situado en la Vall de Camprodon, este pueblo tiene un encanto especial que lo convierte en un destino popular desde hace más de un siglo. La imagen más conocida de Camprodon es el Pont Nou, una construcción del siglo XII que atraviesa el río Ter y es uno de los lugares más fotografiados del pueblo. Paseando por el centro, podrás disfrutar de su vida comercial activa, con tiendas tradicionales, paseos y avenidas que invitan a descubrir la cultura local. Camprodon también es punto de partida para explorar su valle, donde se esconden otros pueblos pintorescos como Beget y Rocabruna. Además, el municipio conserva un rico patrimonio arquitectónico, con templos románicos como el monasterio de Sant Pere y la iglesia de Santa Maria. Monells: belleza pintoresca en cada rincón Monells es uno de los pueblos más pintorescos del Empordà, donde cada rincón parece diseñado para cautivar. La Plaça Major, con sus arcos y casas de piedra, es el centro de este encantador pueblo y uno de sus puntos más fotogénicos. Paseando por sus calles, se respira una atmósfera medieval con un ambiente cálido y acogedor que invita a detener el ritmo. Monells es un lugar pequeño, pero con un gran encanto. Merece la pena dedicarle un rato tranquilo, disfrutar de un buen desayuno en alguna de sus terrazas y dejarse llevar por su ritmo pausado. Si tienes tiempo, puedes combinar la visita con otros pueblos cercanos como Cruïlles o Madremanya, que también tienen ese toque medieval tan característico de la zona. Girona es una región llena de rincones que merecen ser descubiertos. Sus pueblos ofrecen una combinación única de patrimonio, paisajes y tradiciones. Tanto si te adentras en las calles medievales de Peratallada o Besalú, como si te pierdes por los acantilados de Tossa o las calas escondidas de la Costa Brava, cada experiencia te hará ver Cataluña desde una nueva perspectiva. Girona te invita a detenerte, observar y disfrutar de los detalles que hacen que cada pueblo sea único, con una personalidad propia e inolvidable.