La Costa Brava es más que un destino, es una sensación. Un litoral salvaje donde los Pirineos acarician el Mediterráneo y crean un mosaico de acantilados abruptos, aguas cristalinas y calas salidas de un sueño. Aquí, la diversidad es la norma. Encontrarás desde largas playas de arena fina ideales para familias, hasta pequeñas calas rocosas escondidas a las que solo se llega caminando o por mar. Cada una tiene su propia alma, su propio encanto. Prepárate para descubrir algunos de estos tesoros mediterráneos, recorriendo las mejores playas de la Costa Brava de norte a sur. El Port de la Selva: la fuerza salvaje del Cap de Creus En el corazón del Parque Natural del Cap de Creus, El Port de la Selva esconde algunas de las calas más salvajes y remotas. Cala Taballera: aventura y tranquilidad Si prefieres las playas remotas y salvajes donde apenas hay nadie, Cala Taballera es una joya por descubrir. Se accede a ella tras una buena caminata por el GR-11 o también es posible llegar por mar. Encontrarás una cala alargada, de guijarros, con aguas transparentes y un entorno natural casi intacto. Es el lugar perfecto para desconectar del mundo, disfrutar del silencio y sentir la fuerza de la naturaleza del Cap de Creus. Ideal para los amantes del senderismo y la aventura. L’Escala: bahías acogedoras Conocida por sus anchoas, L’Escala ofrece playas amplias y protegidas, ideales para disfrutar del mar tranquilamente. Cala Montgó: un abrazo de calma Entre el macizo del Montgrí y el Mediterráneo, Cala Montgó es una playa grande y resguardada, sinónimo de tranquilidad. Con aguas cristalinas, es un lugar fantástico para familias con niños y para la práctica de deportes náuticos como el paddle surf o el kayak. Es de arena fina y dispone de todos los servicios, incluyendo restaurantes donde degustar la gastronomía local. El entorno, con el macizo del Montgrí cerca, invita a hacer excursiones y descubrir las vistas desde la Torre Montgó. Begur: calas icónicas y escondidas Begur es famoso por su colección de calas espectaculares, cada una con un carácter diferente, desde las más vibrantes a las más íntimas. Cala Aiguablava: azul turquesa familiar Aiguablava es la postal perfecta. Esta cala te recibe con arena fina y dorada y unas aguas poco profundas de un azul turquesa tan intenso que parece irreal. Es una de las playas más fotogénicas e ideales para ir con la familia. Rodeada de pinos que casi tocan el agua y con pequeños restaurantes a pie de playa, el ambiente es relajado y acogedor. Disfruta de un baño tranquilo, alquila un kayak para explorar los alrededores o relájate sobre la arena. Illa Roja: la icónica roca roja Una de las imágenes más emblemáticas de la Costa Brava es la de esta playa nudista presidida por la gran roca rojiza que le da nombre. Illa Roja es una playa abierta, de arena dorada y con un paisaje espectacular. Se accede a pie a través del Camino de Ronda desde la playa del Racó (Pals) o desde Sa Riera (Begur). El ambiente es relajado y respetuoso; un rincón donde disfrutar del sol y el mar con una sensación de libertad. Playa Fonda: el escondite sombrío La Playa Fonda se encuentra hundida, escondida en el fondo de un acantilado. Para acceder a ella hay que bajar una larga escalera de piedra que le confiere un aire de exclusividad y aventura. Es de arena oscura y gruesa, y recibe sombra muy temprano por la tarde debido al acantilado que la protege. Esto, junto con sus aguas cristalinas y el ambiente tranquilo, la convierten en un refugio perfecto para los días calurosos. Playas de Palamós: entre naturaleza virgen y tradición marinera Palamós ofrece contrastes, desde playas extensas y naturales hasta pequeños rincones que conservan la esencia pescadora. Playa de Castell: la esencia salvaje Si buscas una playa virgen, sin edificaciones y con un aire salvaje, esta es la playa de Castell. Es una de las playas extensas de la Costa Brava que se ha mantenido libre de urbanización. Su arena dorada, las aguas claras y el entorno natural, con un bosque de pinos que llega hasta la playa y los restos de un poblado ibérico en un extremo, la hacen especial. Es perfecta para largos paseos, deportes acuáticos o conectar con la naturaleza. Además, es punto clave del Camino de Ronda. Cala s’Alguer: un viaje al pasado Pasear por S’Alguer es como dar un salto en el tiempo. Esta pequeña cala, declarada Bien Cultural de Interés Nacional, conserva un conjunto de barracas de pescadores con puertas de colores vivos, construidas sobre la arena de guijarros, que la convierten en una de las mejores playas de la Costa Brava, donde disfrutar de un tiempo único, sea primavera o verano. Es un lugar para pasear, hacer fotos y disfrutar de la tranquilidad. Conectada por el Camino de Ronda con la playa de Castell, ofrece un paisaje único para quienes quieran seguirlo. Tossa de Mar: historia y paisajes espectaculares Tossa de Mar combina la belleza de sus calas con un impresionante legado histórico, como su muralla medieval junto al mar. Playa d’es Codolar: el rincón tras las murallas Esta cala tiene una ubicación privilegiada: justo a los pies de las imponentes murallas medievales de Tossa de Mar. Para llegar a ella, tienes que atravesar un portal de la muralla. Es Codolar es una playa de arena gruesa y guijarros, con un aire auténtico y marinero. Sus aguas son profundas y claras. Tomar el sol con la vista de las torres y las murallas centenarias es una sensación única. Cala Pola: entre pinos y rocas Oculta entre Tossa de Mar y Sant Feliu de Guíxols, Cala Pola es una cala encantadora rodeada de un paisaje verde y rocoso espectacular. El acceso se realiza normalmente a través de un camping cercano. Sus aguas son transparentes y tranquilas, ideales para hacer snorkel y descubrir su fondo marino rocoso lleno de vida. La playa, de arena gruesa, está flanqueada por acantilados cubiertos de pinos. Lloret de Mar: el encanto de los rincones ocultos A pesar de ser conocido por su playa grande y animada, Lloret de Mar esconde rincones más pequeños y pintorescos llenos de historia. Sa Caleta: a los pies de un castillo Justo al lado de la playa principal de Lloret, encontrarás este rincón único. Sa Caleta es una pequeña cala de pescadores, con las barcas varadas sobre la arena gruesa y las tradicionales barracas. Lo que la hace realmente especial es su ubicación, justo bajo el vigilante Castillo d’en Plaja, de estilo medieval (aunque construido en el siglo XX) y un aire de cuento. Es más tranquila que la playa vecina. La Costa Brava ofrece playas únicas, donde cada una tiene una historia que contar y una experiencia que ofrecerte. Desde calas vibrantes hasta refugios secretos donde solo escucharás el mar, las opciones son infinitas. Para descubrir la tuya, solo tienes que dejarte llevar: explora los Caminos de Ronda, piérdete entre pinos y rocas y disfruta de una costa única en el mundo.