Una fotografía que habla de mucho más que cocina Hay imágenes que no solo captan un momento, sino que encapsulan una manera de entender el mundo. La fotografía que protagoniza la campaña «Catalunya, la mejor cocina del mundo» es un ejemplo claro de ello. No es un retrato convencional, no busca caras conocidas, ni reconocimientos individuales. Es una composición coral, simbólica y profunda ideada por el reconocido fotógrafo y arquitecto Jordi Bernadó para capturar la esencia de la gastronomía catalana: su carácter comunitario, arraigado y radicalmente creativo. El escenario elegido para esta fotografía es tan significativo como el enfoque visual. El Palau de la Música Catalana, obra maestra del modernismo catalán construida entre 1905 y 1908 por el arquitecto Lluís Domènech i Montaner, representa uno de los hitos culturales más emblemáticos de Catalunya. Pero su valor no solo radica en su belleza arquitectónica, sino en su génesis: fue financiado a través de aportaciones de todo tipo de ciudadanos —desde obreros anónimos hasta grandes figuras de la burguesía catalana— que unieron esfuerzos para levantar un espacio de cultura compartida. Este espíritu igualitario, sin jerarquías, simboliza a la perfección la filosofía que guía la cocina catalana contemporánea. La fotografía rompe deliberadamente con la estética habitual de los retratos de prestigio. Los protagonistas —chefs, productores, sumilleres, pasteleros, pescadores, campesinos— no miran a cámara. Están repartidos aleatoriamente por el espacio, sin ningún orden ni distinción por fama, galardones o trayectoria profesional. Todos tienen un mismo gesto: mirar hacia el escenario. Esta mirada común se convierte en una metáfora poderosa: la cocina catalana no es una estructura jerárquica, sino una red. No es una exhibición de individualidades, sino una armonía colectiva. Retratados de espalda, los nombres y las caras se desvanecen para dejar paso al mensaje. No se trata de reconocer una figura concreta, sino de reconocer una manera de hacer, de cocinar, de vivir. Esta imagen habla de memoria, de experiencia, de sabiduría compartida y de mirada hacia el futuro. Es un homenaje a todo aquello que ha hecho que Catalunya sea la mejor cocina del mundo, y una declaración artística de intenciones. Un liderazgo reconocido internacionalmente La fotografía no nace de una intuición simbólica, sino de una realidad sólida y reconocida a nivel global. Catalunya es hoy Región Mundial de la Gastronomía 2025, un título otorgado por el prestigioso Instituto Internacional de la Gastronomía, la Cultura, las Artes y el Turismo (IGCAT), que reconoce la excelencia gastronómica, el impacto cultural y la conexión con el territorio. Este reconocimiento culmina décadas de liderazgo gastronómico. Catalunya es la única región del planeta que puede afirmar que tres de sus restaurantes han sido elegidos como los mejores del mundo por The World’s 50 Best Restaurants: elBulli, que revolucionó la cocina moderna bajo la dirección de Ferran Adrià; El Celler de Can Roca, con una visión familiar y artística que ha dejado huella a nivel global; y Disfrutar, ejemplo de la nueva generación de cocineros que siguen innovando desde la creatividad y el rigor. A este palmarés se suman 62 restaurantes galardonados con estrellas Michelin, que acumulan un total de 77 estrellas activas, la concentración más alta por territorio. Además, figuras como Albert Adrià —reconocido como el segundo mejor chef del mundo en 2024 por The Best Chef Awards—, consolidan el liderazgo de Catalunya en la vanguardia culinaria. Pero más allá de los reconocimientos, la cocina catalana destaca por su ecosistema vive e integrado en el territorio. Más de 573 500 profesionales forman parte de esta cadena de valor: campesinos, pescadores, ganaderos, viticultores, elaboradores, camareros, sumilleres, chefs y pasteleros. Un sector que representa el 20 % del PIB catalán y que se vertebra a través de 12 denominaciones de origen protegidas (DOP), 13 indicaciones geográficas protegidas (IGP) y 12 denominaciones de origen vinícolas (DO). Este tejido no solo conserva la tradición, sino que apuesta por la investigación y el desarrollo, con una inversión de más de 85,7 millones de euros anuales en innovación. Una campaña para compartir la cocina catalana con el mundo Con el objetivo de compartir esta riqueza y complejidad con el mundo, la Generalitat de Catalunya ha impulsado la campaña «Catalunya, la mejor cocina del mundo». Se trata de una propuesta comunicativa ambiciosa, que quiere explicar la esencia de esta cocina no solo a través de los platos, sino a través de las personas, de los paisajes y los valores que la hacen única. La campaña gira en torno a un vídeo central que muestra el viaje que hace el producto —del campo, del mar y de la montaña— hasta el plato. El relato recorre siete grandes paisajes gastronómicos del territorio: Barcelona, Costa Brava, Costa Daurada, Terres de l’Ebre, Terres de Lleida, Pirineos y paisajes de Barcelona. En cada escenario, se presentan platos emblemáticos como el arroz de Pals, los calçots con romesco, la gamba de Palamós, los caracoles de Lleida o el costillar de cabrito con ratafía. El vídeo pone en valor a los protagonistas reales que hacen posible esta cocina: productores, elaboradores, cocineros y cocineras, muchos de ellos reconocidos internacionalmente. El momento culminante llega con una gran mesa compartida, donde se brinda con vinos del país para celebrar la excelencia gastronómica catalana. La música, basada en la canción tradicional Nyam nyam bon profit (ñam ñam buen provecho), acompaña todo el relato con un tono alegre, emocionante e identitario. Esta campaña no es solo una promoción turística: es una celebración de país, un acto de reconocimiento a una cultura gastronómica que ha sabido evolucionar sin perder las raíces, que apuesta por la calidad y la proximidad, y que entiende la cocina como un espacio de creación, memoria y comunidad. Catalunya se retrata Con la fotografía de Jordi Bernadó, Catalunya ha hecho un gesto que es mucho más que simbólico. Ha puesto ante el mundo su mejor cocina, pero no para lucirla, sino para compartirla. En esta imagen, como en el Palau de la Música, todo el mundo cabe. No hay posiciones preestablecidas ni nombres destacados. Existe una dirección común, un horizonte compartido, y una manera de hacer que transforma la cocina en identidad. Esta imagen, que ya ocupa páginas y portadas de medios de todas partes, no es solo un retrato: es un manifiesto visual, un punto de inflexión, un homenaje coral a una cocina que ha hecho historia y que sigue escribiéndola más cada día.