El mar Mediterráneo, que baña el territorio de norte a sur, ha sido la puerta de entrada de civilizaciones como la griega y la romana y fuente de riqueza para su población. Los barrios y villas marineras de Cataluña conservan aún este ADN del mar, con pescadores que llevan a la mesa productos locales, una gastronomía de gran riqueza y un patrimonio cultural que cuidan y quieren dar a conocer. Villas de pescadores La pesca es uno de los elementos que más define estas villas de menos de 20.000 habitantes o barrios de pescadores. Es el caso, por ejemplo, de Palamós, uno de los puertos pesqueros más destacados de Cataluña. La subasta a la baja se realiza por la tarde, cuando los barcos regresan al puerto. Este sistema permite que el producto comprado llegue lo más pronto posible a la venta. La estrella es la gamba de Palamós, que cuenta con Marca de Garantía. Con un poco de sal y aceite y muy poco de plancha tienes un plato delicioso lleno de sabor. Las cofradías de pescadores tienen un papel fundamental en el cuidado de este patrimonio cultural. Es el caso de la de Tarragona, que conserva la tradición marinera en el barrio de pescadores del Serrallo. Todavía se pueden ver cómo reparan y remiendan las redes cuando amanece el día. Aquí también puedes ver la subasta del pescado y la llegada de los barcos cargados de capturas. El Museo del Puerto y el Observatori Blau son dos instalaciones que muestran las artes de pesca y las especies de la Costa Dorada. Gastronomía marinera Este pescado y marisco fresco y de proximidad, combinado con el producto de la huerta, ha dado lugar a una gastronomía marinera de gran valor. Comer en cualquiera de estos barrios y villas marineras es toda una experiencia, una delicia para los sentidos. Un buen ejemplo es el arroz a la masqueta con arroz del Delta de l’Ebre, las galeras con fideos de Cambrils, el Cim i Tomba de Tossa de Mar o las anchoas de L’Escala. Se elaboran artesanalmente en salaó desde hace más de 2.500 años y cuentan con un museo propio. Arquitectura de defensa en la costa catalana Si recorres la arquitectura de estos municipios marineros, tendrás una visión muy clara de la historia del territorio y cómo ha sido punto de encuentro de civilizaciones. Tras la llegada de griegos y romanos, muchas de estas villas levantaron dos tipos de construcciones. Unas son los faros, que servían de guía a pescadores y marineros para regresar sanos y salvos al puerto. Otras fueron las torres de defensa para avistar la llegada de los piratas que saqueaban las embarcaciones en el Mediterráneo, así como las villas del litoral. El legado de los indianos Uno de los ejemplos de arquitectura más bonita que se conserva en Cataluña son las edificaciones levantadas por los indianos, también llamados americanos. Son todos aquellos que fueron a América, consiguieron grandes fortunas y a su regreso levantaron edificios que mostraban lo provechosa que había sido su aventura. Begur conserva 16 edificios de este estilo y organiza una feria de indianos en septiembre. Muchos hombres de Arenys de Mar también fueron a América y quedan edificios que recuerdan su pasado esplendoroso. También hay casas modernistas construidas por indianos en el centro histórico de Sant Pol y en muchas otras villas marineras catalanas. En cada una de ellas encontrarás rutas y visitas guiadas para conocer este pasado indiano. Arte y habaneras Sitges también cuenta con casas modernistas de los americanos. Pero esta villa vibrante también destaca por su rica vida cultural. El Museo del Cau Ferrat, casa y taller del pintor y escritor Santiago Rusiñol, y el Museo de Maricel son el orgullo de los sitgetanos y centro de la vida cultural y han atraído a grandes artistas y mecenas. También se conoce internacionalmente el municipio por el Festival Internacional de Cine Fantástico, que se celebra desde 1968. Los americanos y los marineros trajeron a Cataluña la habanera, una canción que se ha identificado plenamente con la cultura catalana y recuerda los días de aventura en Cuba. Se cantaba en las tabernas, pero ahora son habituales las cantadas al aire libre en cualquier fiesta mayor, sobre todo en verano, acompañadas de un ron cremat. El primer sábado de julio, Calella de Palafrugell reúne a los mejores grupos del momento en la Playa de Port-bo. La gente se concentra tanto en la playa como en los barcos alrededor para escuchar esta cantada tan marinera. La belleza del fondo marino en Cataluña De estos barrios y villas marineras también debemos destacar su belleza. Recorre el litoral a través de los caminos de ronda, de sus espacios naturales o práctica actividades deportivas. L’Ampolla es la puerta de entrada al Delta de l’Ebre y concentra dunas, playas de arenas finas y aguas poco profundas, la espectacular bahía del Fangar, todo combinado con campos de olivos y arrozales. Esta villa promueve desde hace tiempo un turismo responsable para proteger este paisaje. Otra zona natural de gran belleza es L’Ametlla de Mar, muy próxima también al Delta de l’Ebre. Sus aguas cristalinas conservan grandes bancos de posidonia que se pueden observar haciendo snorkel, así como barcos hundidos durante la Primera Guerra Mundial. Es una zona de pesca y de actividades deportivas, como la vela y el submarinismo. También ofrece algunas experiencias increíbles como nadar entre atunes. Si hablamos de espacios de gran belleza no podemos olvidar las Islas Medas, en L’Estartit. Es una zona marina protegida y una de las reservas de flora y fauna marina más importantes del Mediterráneo y de toda Europa. Si te gusta el submarinismo, podrás descubrir praderas de posidonia, corales, estrellas de mar y otros peces. Si prefieres no sumergirte, hay barcos con el suelo transparente donde podrás ver todo este rico fondo marino. Para disfrutar de la Cataluña más marinera, te proponemos una visita a cualquiera de estos barrios y villas mencionados. Han sabido conservar su cultura y sus tradiciones más arraigadas, que los hacen especiales. Además, hacen un esfuerzo por difundirlas y mantenerlas vivas. ¿Dónde empiezas la visita del litoral catalán, por el norte o por el sur?