El Priorat. Un paisaje salpicado de bodegas

La técnica de los monjes cartujos, junto con el conreo de una tierra de pizarra, otorgan a los vinos del Priorat un sabor único y una calidad inmejorable que le han valido la D. O. Q. 

Cada pueblo de la D. O. Priorat, con las 102 bodegas que hay para visitar y sus propuestas enológicas, culturales y de actividades al aire libre, es una buena excusa para recorrer una comarca que comenzó a forjarse en el siglo XII, con la llegada de los monjes cartujos desde la Provenza, que trajeron consigo las técnicas para desarrollar la viticultura.

La ruta empieza en la Cartoixa d'Escaladei, desde donde el cultivo del vino se extendió por la zona, aposentándose en las colinas de llicorella, una clase de pizarra responsable de la intensidad de los vinos prioratinos. Se puede seguir por la Morera de Montsant, situada al pie del Montsant, desde la que parten varias rutas para los amantes del senderismo; continuar en la Vilella Baixa, con sus características casas encaramadas sobre el barranco de Escaladei; visitar después Gratallops, en cuya calle Major se encuentra la Casa dels Frares, con portalada renacentista y arco de piedra; llegar hasta Torroja del Priorat, donde se puede escuchar el órgano barroco de la iglesia de Sant Miquel; seguir la visita en Porrera, con su ruta de relojes de sol, la mayoría del siglo XIX, y acabar yendo hacia Bellmunt para visitar sus minas. Sin olvidar Siurana, otro enclave histórico, situado sobre el pantano homónimo, que ha dado pie a leyendas de romanos, cristianos y reinas moras.