La llegada de los romanos a Emporion en el siglo II a. C. fue el punto de inicio del establecimiento y extensión del Imperio por nuestra geografía. La antigua Tarraco se convirtió en el siglo I a. C. en capital de la llamada Hispania Citerior (la que comprendía los territorios del este peninsular, de los Pirineos a Cartagena). Es lógico, pues, que el legado conservado en Tarragona sea un importante conjunto arqueológico romano, reconocido por la UNESCO en el año 2000 como Patrimonio de la Humanidad.
El itinerario por la Tarragona romana se inicia por las ruinas del interior de la ciudad. Así, el primer punto de visita es el circo, construido en el siglo I d. C., durante el reinado de Domiciano. En un estado excepcional, se conservan algunas bóvedas de cemento que aguantaban las gradas, partes de estas, algunas escaleras y partes del podio.
La ruta sigue por los dos foros. El provincial era el marco de los actos de la provincia y estaba formado por dos terrazas donde estaban los principales edificios gubernamentales. El foro de la colonia o local, por su parte, estaba situado en la parte baja y constituía el centro de la vida política y social de la ciudad, con los principales edificios administrativos y de culto.
A continuación, se pueden visitar las murallas, primera gran construcción de los romanos en la zona durante el siglo III a. C., y las ruinas del anfiteatro, uno de los tres grandes edificios dedicados a los espectáculos (además del circo y el teatro) que distinguían cualquier gran ciudad romana.
El recorrido pasa después por la necrópolis paleocristiana, muy cerca del río Francolí, y continúa fuera de la ciudad. Así, se puede visitar el acueducto de las Ferreres (o puente del Diablo), uno de los dos que proporcionaban agua a la ciudad. Construido en el siglo l a. C., es una de las mejores muestras de construcción hidráulica romana que se conservan.
Otros puntos imprescindibles son la pedrera del Mèdol, un gran hoyo del que se extraía roca calcárea; el arco de Berà (Roda de Berà), una construcción honorífica de la época de Augusto y uno de los vestigios romanos más visitados de la zona, y las villas de Els Munts (en Altafulla) y de Centcelles (Constantí).
La Ruta de la Cataluña Romana, sin embargo, nos lleva también a visitar otros puntos de interés que fueron centros neurálgicos importantes del Imperio, como Barcelona (la antigua Barcino), la villa romana de Can Terrers, en la Garriga (Vallés Oriental) o el parque arqueológico de Iesso, en Guissona (Segarra).
En la capital catalana, el recorrido por el legado romano pasa por tres puntos: la muralla romana, la antigua necrópolis y el Museu d'Història de la Ciutat. La muralla, construida probablemente a finales del siglo III d. C. sobre otra más antigua, hizo de Barcelona una de las ciudades fortificadas más importantes de Occidente. En su parte exterior está la necrópolis romana, donde había 95 tumbas de los siglos II-III d. C.
La villa romana de Can Terrers fue construida en el siglo I d. C. Situada en los llanos que rodean el macizo del Montseny, esta villa fue la más importante de la zona.
Para acabar, la ciudad romana de Iesso, del siglo I, se conserva como un yacimiento arqueológico de gran importancia, en el que las murallas, la puerta de entrada, la necrópolis y el Museu Eduard Camps son puntos de obligada visita.
Otras opciones interesantes para complementar este itinerario son pasear por la vía romana de Capsacosta, en el Vall de Bianya (Garrotxa), o visitar la colonia grecoromana de Empúries y la Ciudadela de Roses.
Cataluña Romana
Dirección:Rambla Nova, s/n
43004 Tarragona
Tarragona / Barcelona
Teléfono:977 250 795
E-mail:turisme@tarragona.cat
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